EN MANOS DE ROBOTS 

Hoy en día estamos buscando constantemente la innovación, el llegar más lejos y el superarse constantemente. Lo hacemos bajo el argumento de que nos facilitaría la vida en un futuro, lo simplificaría todo y es por eso que lo necesitamos.
De estos pensamientos ha surgido por ejemplo Pepper un robot que puede "sentir" como humanos, aunque realmente solo analice la situación y simule una respuesta. Estos robots han conseguido adquirir una cualidad que antes parecía impensable, pueden aprender de sí mismos. Esto hace que se mejoren a cada fallo que cometan, buscando así obtener la máquina perfecta. En realidad estamos ante un paso inmenso, porque llegará el día en el que los robots puedan arreglarse por su cuenta sin necesitar la ayuda humana (según Ray Kurzweil, director de ingeniería en Google, eso sucederá en 2045) . Tal vez deberíamos preguntarnos ¿Qué papel vamos a jugar nosotros ahí?

De esta búsqueda por dar con el cerebro tecnológico también nacieron otros proyectos como TEO, una plataforma con brazos, cabeza y varias garras capaz de llevar a cabo ciertas tareas encomendadas o Maggie, una robot azul con cara de animal marino, con la que se investigan las emociones. No buscan exactamente la clonación de un cerebro humano en una máquina si no encontrar nuevas estrategias para copiar los razonamientos y formas de pensar de un ser humano.

Todo este desarrollo crea una ola entre las grandes compañías tecnológicas por ponerse a la cabeza de la innovación, invirtiendo así cada vez más en el sector. Además, hay que tener en cuenta que probablemente muchos de los avances que se han conseguido aún no hayan salido a la luz.

Otro campo al que está llegando la tecnología de forma explosiva es a la biología y uno de los ejemplos en los que se puede observar es en las recientes investigaciones para conseguir imitar sistemas biológicos, que consisten en lo siguiente. En la naturaleza nuestros sistemas biológicos funcionan de una forma paralela, por lo que si se comete un fallo, este se compensaría. En los sistemas informáticos sucede justo lo contrario, trabajan muy rápido pero de forma seriada, por lo que un fallo en el proceso significaría que toda la operación a partir de ese punto falle. Para esto investigadores han estado cultivando neuronas extraídas del hipocampo de animales jóvenes para investigar sobre ellas y permitir desarrollar sistemas tecnológicos que imiten el funcionamiento de cerebro humano. Estas neuronas son cultivadas sobre electrodos con el fin de poder comunicarse entre sí. Esto es también la base de un robot llamado Wall-e, que emplea 300000 células a las que envía y de las que recoge información.

Estas biomáquinas se acercan bastante a la ciencia ficción por lo que deberíamos empezar a visualizar un futuro en el que las máquinas lo hicieran absolutamente todo por sí mismas. Sobre esto habla también la eurodiputada Mady Delvaux, quien solicita medidas europeas para la robótica. Ella afirma que con toda la autonomía que están adquiriendo los robots hoy en día llegará un momento en el que lleguen a tal nivel de desarrollo que puedan tomar decisiones. ¿Vamos a dejarles hacerlo? Cierto es que un robot nos puede facilitar la vida de muchas formas pero debemos marcar una límite para que estos no nos sobrepasen. Ya lo hacen en inteligencia, rapidez, desarrollo de estrategias y otras muchas cosas más, por lo que habría que preguntarse ¿Qué papel vamos a tener nosotros en un futuro?

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